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ORIENTACIÓN PROFESIONAL EN CÓRDOBA

UN MOMENTO DE REFLEXIÓN

 Este relato fue escrito por una amiga especial que conoce y vive la labor que desempeña.  Espero que os guste y nos sirva como reflexión.

VUELTA Y VUELTA

Estoy en paro. Hasta aquí todo va bien. Soy normal. Pertenezco al grupo de personas que oficialmente son “mantenidas” por el gobierno (según dice nuestro querido “España va bien” en el telediario). El problema es que me está empezando a  afectar. Por ejemplo esta noche he soñado que estaba en una oficina de empleo. Quizá porque mañana tengo que ir a sellar el paro.

         Me levanto temprano el día que me toca sellar porque tengo realmente algo que hacer. Tengo una obligación relacionada con el trabajo y eso hace que me sienta más cerca de conseguirlo. Me preparo para un día más corto que los demás. Hay tanta cola en mi oficina que se me pasa media mañana en realizar los escaso trámites de sellado.

         Llego a la oficina sobre las diez. La cola es ya de entre cinco y diez personas. Puede que algún funcionario haya salido a desayunar. No niego a nadie el derecho a tomarse un café y una tostada pero deberían tomar algunos un poco  de azúcar (por aquello de dulcificar el carácter). Si te toca el desagradable de turno puede hacer que todo el ánimo que has reunido durante el desayuno se desinfle entre las frases que intercambias con él. Normalmente te provocan un incremento sustancial de tu sentimiento habitual de inutilidad. Se te pone cara de “No sirvo ni para sellar la tarjeta del paro”.

         Sin embargo estar allí con otras personas en la cola da el calorcito agradable (siempre que no sea verano claro) de la desgracia compartida, el consuelo de saberte parte de un grupo. Aunque el refrán “Mal de muchos.....”  no es que ayude precisamente.

Salgo de la oficina con esa mezcla agridulce en la garganta y como es un día especial, aunque está lloviendo a cántaros y hace un frío que pela, he decidido irme a la calle a buscar trabajo. He preparado una carpeta con plásticos separadores última moda. Llevo todo ordenado y a punto. Fotocopias, fotos, fotocopias de fotos, títulos, fotocopias de títulos, curriculums, fotocopias de curriculums, etc. Por un momento me paro a pensar en lo que me han costado las fotocopias y las fotos (estoy horrible por cierto, parezco un alien con esos pelos) y pienso en la cena que me podía haber pegado con ese dinero. Y ese compact disc que tanto tiempo llevo viendo en el escaparate..... no, no. Pensamiento positivo y hacia delante.

Recuerdo que ayer estuve hablando con un vecino al que no paran de llamarlo para trabajar y le comenté con ironía “qué suerte tienes, parece cosa de brujas...”. Me miró con superioridad benevolente y con ese típico y molesto golpecito en la espalda me respondió “Ya te llegará, no te preocupes”. Y a ti te dan ganas de ponerle dos velas negras y hacerlo desaparecer para quedarte con su suerte y, por supuesto, con su trabajo.

En lugar de coger un autobús decido ir andando a la empresa de trabajo temporal que hay en el centro porque el transporte urbano en estos casos (y sólo en estos) suele ser rápido y dejarte demasiado tiempo por delante para no saber qué hacer. Mientras voy por la calle me cruzo con una fauna conocida: jubilados aburridos, señoras haciendo la compra, gente joven que va  ó viene al instituto ó a la facultad, madres recién estrenadas y comerciales que llevan agendas que parecen los trenes de la india de lo abarrotadas que van de papeles.

Por un momento me dan envidia, mucha envidia, tienen trabajo, están activos...  y yo me imagino a mí mismo visitando clientes, concertando citas, sonriendo y negociando...... pero a quién quiero engañar: yo no vendería ni abanicos en el desierto. Me falta la decisión, la audacia, el salero, la conversación...  lo que sea que haga falta para esto de vender...  y mira que estaría bien porque de eso hay trabajo a patadas..... como no es cuestión de rebajar unos puntos mi ya maltrecha autoestima decido que no todo el mundo sirve para comercial y que yo encontraré algo de lo mío porque seguro que algún sitio me necesitan.

Como una sopa llego a la puerta de la E.T.T.  y veo los carteles que hay pegados en la cristalera. Algunos dan pena porque ya tienen el color de las sábanas de novia que no se llegaron a estrenar y siguen olvidadas en un cajón. Otros parecen recién sacados de un baño de Ariel y parece que su pureza me ayuda a empujar la puerta y  entrar.

Dentro hay otras personas como yo muy atareadas escribiendo en esos formularios en los que pretende dejes tu vida esquematizada. Y a ver cómo le cuentas a esos cuadros que eres capaz de levantarte a las cinco de la mañana y trabajar sin descanso hasta que se te cierren los ojos de sueño. Y que tienes toda la capacidad del mundo para meterte entre cerebro y cerebelo todas las versiones del Windows ó del manual “Como almacenar caracoles si romperlos”.

Decido no filosofar más sobre los caracoles y pedir mi propia solicitud. Te la da una señorita que parece que desayuna en el mismo sitio que el funcionario del INEM. Te sientas como puedes en esas sillas de paleta que parecen más unas trampas para ratones que un sitio para escribir.

Tu bolígrafo no tiene hoy no tiene hoy ganas de hacer nada y le pides “por favor” y “si es tan amable” a tu prójimo/a el suyo. El prójimo/a te mira como si le estuvieras pidiendo que cruzase por ti el estrecho en una patera abarrotada y tras unos segundos de lucha consigo mismo te lo presta.

Empezamos con los datos personales, lo más fácil. Cuando llego a la fecha de nacimiento dudo entre poner la fecha real ó fingir que me he confundido y poner en su lugar la fecha de hoy a ver si cuela...  otro tema es la formación. Que queréis que os diga, yo me hago un lío con los cursos y con dónde ponerlos. Al final relleno algunos cuadros y me digo “está en el curriculum, ya lo verán” “así no los lío más” y me ahorro ansiedad y confusión mental. Por fin, mi experiencia profesional es lo mejor de todo (breve y muy diversa) y en este punto también dudo en si me invento unos meses de corresponsal en la NASA  ó de mozo de carga y descarga en unos almacenes...... no creo que lo miren con lupa, total tienen unas dos mil solicitudes más...

Le entrego la documentación y la solicitud a la chica - cara de palo - recepcionista que la mira como quien le da una vuelta a los filetes de pollo de la sartén. Sí, parece que mi solicitud no está muy cruda aunque me pide que la dore un poco más... creo que es una hamburguesa más que un filete de pollo. Vuelvo a encajarme en la trampa para ratones y hago como que escribo para despistar a la chica – cara de palo- recepcionista. Pasado un tiempo prudencial vuelvo con mi hamburguesa, mi solicitud quiero decir, y ahora si está preparada para ser almacenada en el congelador de los ficheros. Ahí me pregunto que forma tendría el árbol del que hicieron ese papel. Pobre.....

Entre velas y candelas se me ha pasado la mañana. Vuelvo esta vez e bús a casa. Me lo he ganado. Y también la comida que voy a engullir literalmente (qué hambre da buscar trabajo). Al menos hoy me acostaré cansado de verdad por haber hecho algo de verdad. Y no me plantearé que mañana cuando abra los ojos no tendré nada que hacer, que no saldré a la calle para no ver la actividad del resto de mundo, que ojearé un periódico y que veré mucha televisión para ser feliz ó desgraciado con la protagonista de mi serie favorita.

¡Qué ganas tengo de que alguien me saque de esta rutina!. De pertenecer a los que sufren estrés laboral y las demás palabrejas en inglés que no sé lo que significan como lo del “Burn Out”. Tengo ganas de no poder salir de noche al cine porque tengo que madrugar. Tengo ganas de tener cargo de conciencia por la marcha de la noche anterior que hoy me retrasa todo el trabajo.....

Esta noche soñaré que suena el teléfono..............                                                                                                                           BORGHETTO  

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