EXCLUSIÓN SOCIAL Y EMPLEO
El origen de actuación de nuestra entidad ahonda sus raíces en la profunda convicción de la corresponsabilidad que tenemos como ciudadanos/as de intervenir para transformar una realidad que podía observarse como injusta y que continúa siéndolo. Durante este tiempo han surgido numerosas preguntas, numerosas dudas fruto de la realidad difícil, diversa y cambiante en la que se intervienen: § ¿Existen recursos sociales, de formación y empleo adaptados a las características de esta población? § ¿Es posible su inclusión? § ¿Son vistas estas personas como resultado de la injusticia social, o como personas inadaptadas y responsables últimas de su situación? § ¿Se conocen sus necesidades cuando se planifican los recursos? § ¿Son considerados/as como beneficiarios/as idóneos/as de estos recursos o en el sentir común, se vivencian como colectivo circunscrito al campo de los servicios sociales, ong´s o entidades religiosas? § ¿Son considerados /as como ciudadanos/as de pleno derecho?
La exclusión social, provocada por la pobreza, tiene un origen urbano. Esta población suele vivir en espacios o barrios concretos. Estos barrios se construyeron para ubicar en ellos a las personas excluidas económicamente, lo que ha contribuido a que se desarrolle entre sus miembros la cultura de la exclusión y se dificulten las posibles alternativas y oportunidades para sus habitantes.
Estas zonas presentan los mayores índices de desempleo del conjunto de la ciudad, del 80% al 90%. Normalmente son zonas desprovistas de equipamientos básicos de carácter asistencial, social, de salud y educativo. Éstos no suelen ubicarse en las áreas degradas y claramente excluidas, sino en el entorno de esas áreas.
Los peores niveles educativos de la ciudad se concentran especialmente en estas zonas: problemas de absentismo escolar, problemas muy graves de abandono escolar y problemas evidentes de fracaso escolar, sitúan a una parte importante de estas poblaciones en una muy difícil posición social.
En este sentido, si entendemos que con quien iniciamos el camino es un ciudadano igual que uno mismo, que durante algunas generaciones y/o por multitud de circunstancias en su vida se han visto desprovistos de una serie de derechos, de seguridades, de resortes, capaces de proporcionarles las capacidades necesarias par afrontar los diferentes avatares de al vida, aceptaremos que les ocurre lo mismo que a cualquiera de nosotros en aquellos aspectos de nuestra vida donde nos sentimos más débiles o somos más vulnerables o incapaces de dar respuesta. La diferencia está en la cantidad y grado de las carencias y en las posibilidades, oportunidades y capacidades que cada quien tienen para resolverlas, cuando además, y en la mayoría de los casos, en ellos no son consecuencia de ninguna opción sino de situaciones y realidades impuestas a causa de fenómenos externos.
La modificación profunda de estas zonas, más allá de la urbanística, es bastante difícil ya que su propio diseño, creación y ubicación están pensados para albergar a los “excluidos por pobreza”. Por tanto, mientras exista un modelo económico que provoque exclusión existirán estos barrios aunque algunos de sus habitantes vayan logrando salir.
Por lo que se refiere al plano laboral, no podemos clasificar a las personas entre buenas y malas, empleables o inempleables. Es cuestión de tiempo y oportunidades diversas y diversificadas. La búsqueda de empleo no es sólo cuestión de poseer información sobre las ofertas que puedan existir, ya que existe este importante número de personas, que debido a las carencias que arrastran de tipo educativo, cultural, social y familiar, no poseen las condiciones mínimas de empleabilidad que se requieren para desempeñar cualquier trabajo. Se trata de un verdadero proceso educativo.
Esta distancia entre unos y otros provoca que determinados ciudadanos y ciudadanas tengan que convivir con la precarización laboral y la pobreza constantemente en sus vidas. Los recursos destinados a la inserción laboral y, por tanto, la entrada al mercado de trabajo están destinados a la población desempleada, o en último extremo, a aquella “en riesgo de exclusión”, por lo que las personas que se encuentran en exclusión quedan eliminadas, o tienen enormes dificultades para optar a estos recursos.
Por lo que, a modo de conclusión, hemos de considerar que las diferencias que presentan determinadas personas, de comportamiento, habilidades sociales, culturales, ..., no son fruto, la mayoría de las veces, de su decisión libre sino un resultado concreto de un marco socioeconómico. Estas diferencias no deben servir para cuestionar en ningún momento que son personas con igualdad de derechos y deberes, personas con carta de ciudadanía plena y, por tanto, beneficiarios potenciales de todos los recursos públicos que se oferten y no sólo de prestaciones sociales o respuestas represivas.
Beatriz Gª de Consuegra Romero -SURGE Andalucía Orienta-
Asoc. Educ. Encuentro en la Calle.
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