¿DÓNDE ESTÁN REALMENTE LAS BARRERAS?
Desde que inicié mi trabajo como orientadora laboral en Fundación Mujeres, el integrar la perspectiva de género en todos los procesos de orientación ha sido una de las pautas a seguir en mi trabajo diario, entendido como un marco de análisis que nos permite comprender la situación y posición de hombres y mujeres en la sociedad en general y en el mercado de trabajo en particular, permitiendo visibilizar las diferencias en la situación de partida de hombres y mujeres y posibilitando centrar las actuaciones en las necesidades reales de ambos.
En esta línea, y para mejorar el acceso al empleo de las mujeres, se han venido desarrollando una gran cantidad de proyectos dirigidos a: mejorar su cualificación mediante numerosos cursos de formación, aumentarles su autoestima, mejorar sus habilidades sociales, y en definitiva, mejorar ese déficit en el punto de partida de la búsqueda de empleo con el que contaban.
Sin embargo, años después del comienzo de los programas EQUAL, y ahora que las mujeres están cada vez más formadas, tienen la autoestima más alta y tienen más habilidades sociales, nos seguimos encontrando con que la tasa de desempleo femenino supera con creces a la masculina, la temporalidad afecta en mayor medida a mujeres que a hombres y a pesar de los numerosos esfuerzos por paliar la discriminación laboral entre ambos sexos, esta aun persiste con fuerza en nuestro mercado. Y es que, en mi opinión, existe un factor clave al que no se le ha dado la importancia que merece: el trabajar con el empresariado.
Los programas de orientación e inserción laboral no pueden desarrollarse el margen del tejido empresarial. Es vital trabajar la ruptura de estereotipos de género en el mercado de trabajo, ya que es uno de los factores que contribuyen a garantizar el acceso y la permanencia de las mujeres en el empleo. El empresariado debería contemplar los beneficios que genera introducir la perspectiva de género en la gestión de sus recursos humanos, no solo porque la recién estrenada Ley de Igualdad los obligue (y únicamente en el caso de empresas que cuenten con más de 250 trabajares/as), sino por los beneficios reales que supone para las Organizaciones.
No digo que disminuyan los programas ni recursos para las mujeres sino que, a menos que se trabaje paralelamente con el empresariado, los esfuerzos de mejorar la situación laboral de las mujeres serán, desde mi punto de vista, poco efectivos.
Mª Ángeles Ostos Ravé.
Fundación Mujeres
1 comentario
Luis R -
Estoy deacuerdo contigo en que hay que concienciar al empresariado... (p.e. jornadas de puertas abiertas, entregas de premios tipo naranja/limón, no sé que se hable del tema en los medios) Un saludo